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Irène Némirovsky

 

Nació en 1903, en Kiev, en esos años territorio del Imperio Ruso. Cuando en 1917 triunfó la revolución de octubre, su familia emprendió el éxodo, primero a Finlandia y luego a Francia. Como Vladimir Nabokov con el inglés, la joven Irène adoptó la lengua de su nuevo país, y sin demasiada dificultad, ya que ella hablaba y leía en francés desde niña. 
En 1929, cuando había formado su propia familia en Francia, mandó un manuscrito a una editorial pero sin firmarlo, ante la sospecha que se lo rechazarían. Esa primera novela, David Golder, fue publicada y tuvo una gran repercusión. Un año después, llegó la novela corta El baile, tal vez uno de sus mejores libros. En 1938 el gobierno francés le negó la nacionalización por su condición de judía, y al año siguiente, al mismo tiempo que comenzaba la Segunda Guerra Mundial, ella, su esposo y sus dos hijas se convirtieron al catolicismo. Pero eso no evitó la persecución. A ella se le prohibió publicar y a su esposo, banquero como su padre, trabajar. En julio de 1942 fue arrestada y llevada a Auschwitz, donde murió el 17 de agosto de ese mismo año. A los meses, murió su esposo en las cámaras de gas también en ese campo de concentración.
Las dos hijas de Irène, Denise y Élizabeth, vivieron escondidas y llevando una valija con manuscritos de su madre. Años después de finalizada la guerra, volvieron las publicaciones de Irène Némirovsky. Suite francesa, editada en 2004, fue la novela que la ubicó nuevamente en el mundo literario. En esa valija también estaba la biografía de su admirado Antón Chéjov, editada en 1946, y ahora reeditada por Mil Botellas, inaugurando la colección Maridaje, dedicada a la biografía. 

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